“Las mujeres hemos tenido un papel muy importante en las transformaciones conseguidas en el barrio, y en cambio no se nos ha reconocido nada”. Esta frase, de una participante en el encuentro “Fem safareig a La Marina”, resume perfectamente el espíritu del grupo de mujeres que asistieron como punto de partida de un proceso de recuperación de las memorias feministas del barrio.
comadreando
¿Pero qué quiere decir “memorias feministas del barrio”? Según nos explica una de las técnicas del Plan Comunitario de La Marina (PDC), Loredana Rando, se trata de la confluencia de dos espacios, el Eje de cultura y memoria, grupo abierto desde donde se coordinan proyectos que se desarrollan en el barrio hacia la memoria histórica y Mesa de Mujeres desde donde surge la necesidad de recuperar las memorias del vecindario, las luchas y los espacios comunitarios desde una perspectiva feminista, es decir todo aquello que hicieron las mujeres del barrio, pero que no se visibilizó en su momento, sino al contrario, nunca se ’las reconoció la autoría. La otra técnica del PDC, Ariadna Palà, remarca que el espacio es no mixto, para mujeres e identidades disidentes, tal como querían a las vecinas implicadas, que son muchas.
Los procesos reivindicativos en la Marina han configurado un barrio, del cual, la mayoría de participantes en el encuentro, se sienten orgullosas.
Mujeres, luchas y buena vecindad
Cuando hablamos de luchas estamos hablando de reivindicaciones frente a los poderes, para dignificar todo el barrio, como por ejemplo la exigencia de más transporte público, escuelas, institutos y otros. Activismo que quedó “oculto” detrás del reconocimiento sólo a los hombres. Según una participante, todas las asociaciones de vecinos (AV), donde se cocinaba la mayoría de movilizaciones, estaban presididas por hombres, pero las que hacían la mayoría de las tareas para conseguir participación en las manifestaciones eran las mujeres.
Ahora la situación no es tan exagerada y de la cinco AV, dos están presididas por mujeres. Quizás este cambio de tendencia es el que ha propiciado que desde el vecindario, la Mesa de Mujeres, el Eje de cultura y memoria, se haya creído importando recoger y reconocer la tarea de las mujeres del barrio. Proceso que el PDC está acompañando.
Recordamos que la zona de La Marina fue un barrio construido para dar respuesta a la necesidad imperiosa de vivienda para colectivos de migrantes desde los años 50 a 80 del siglo pasado. Levantado rápidamente y lejos del centro, sus características principales fueron el aislamiento y la precariedad de la mayoría del vecindario. La falta de equipamientos educativos, sanitarios, de transporte público y la degradación de los espacios públicos impulsaron la implicación de muchas mujeres (y hombres) en procesos reivindicativos gracias a los cuales se ha configurado un barrio del cual, la mayoría de participantes al encuentro, se sienten orgullosas.
“L’Angeleta era la castanyera primero y propietaria de una juguetería que todo el mundo conocía y quería”
Mujeres protagonistas de su época
Aparte de las luchas colectivas, el objetivo de “Hacemos lavadero” también era poner nombres a aquellas mujeres que hicieron de la mejora de la comunidad un objetivo de su vida. Pepita Casanellas estuvo en boca de todas las mujeres, por su trascendencia y legado en el barrio. La maestra de la escuela Port fue un personaje clave en la historia del barrio, pero sobre todo dejó huella en muchas de las niñas, alumnas a quién daba apoyo para extraer todas las capacidades posibles, y evitar que dejaran los estudios, como era habitual en las décadas todavía franquistas y en entornos economicamente complicados, como era la zona de Port.
Pero aparecieron muchos otros nombres, como l’Angeleta, que casi todo el mundo había conocido, castañera y posteriormente propietaria de una juguetería, personaje muy amado y clave también en la creación de comunidad. O la “maestra de Can Tunis”, Maria Ortega, o las pescadoras, o las obreras de la fábrica de la Phillips y la SEAT… un montón de voces no escuchadas, no recordadas, que, a partir de este proceso de recuperación podrán tener finalmente el lugar que las corresponde.
No obstante, quedó claro que la memoria no tiene que excluir el presente sino que es una buena oportunidad para reconocer trayectorias actuales de mujeres que llevan años y continúan luchando por conseguir mejoras para la colectividad. Es el caso de la Guillermina Sanisidro del Sindicato de madres en la diversidad funcional, que estaba presente en el Encuentro y en la que el resto de participantes felicitó por su incansable tarea. O el reconocimiento que muchas reclamaban para el colectivo de las jóvenes de Estrellas Altas, que dinamizan actividades para concienciar al vecindario de La Marina sobre desigualdades y violencias de género. Y porqué no, destacar como acontecimiento clave del barrio el “baile de las mujeres”, ideado y organizado por el colectivo Ona Nova para ser un espacio no mixto de ocio y alegría compartida entre las mujeres del barrio. Hoy todavía se celebra.
Espacios “de mujeres”, espacios políticos
Aparte de la memoria de las luchas, de las mujeres significadas, el encuentro “Fem Safareig” también mapeó los espacios de mujeres del barrio. En un mapa real se fueron “pineando” aquellas plazas, centros, equipamientos, que por algún motivo fue importantes en la vida de las mujeres. Como por ejemplo el mercado, las cafeterías (uno de las participantes declaró “los bares eran para los hombres y las cafeterías para las mujeres”, marcando la importancia de los espacios donde se encontraban para compartir penas y alegrías en clave femenina). También se colocaron en el mapa, plazas y lugares de encuentro que eran los puntos de partida de las manifestaciones o las cortes de tráfico para reclamar más medios de transporte o equipamientos.
El Plan Comunitario de La Marina y el 8 M
La primera sesión del proceso de recuperación de las memorias feministas del barrio, “Fem safareig en La Marina” fue organizada por el Plan Comunitario de La Marina-Zona Franca, un proyecto comunitario que acompaña los procesos que quieran materializar las vecinas y los vecinos, así como proponer, vertebrar y acompañar respuestas colectivas. La Mesa de mujeres, antes mencionada es muy potente, gracias a las veteranas de la autoorganización vecinal y las nuevas generaciones que suben con una mirada feminista muy arraigada. A partir de este primer encuentro se irán construyendo propuestas de materiales, vídeos o exposiciones que permitirán abrir y mostrar en el barrio (y en la ciudad) esta memoria, la de las mujeres de La Marina.